Es verdad que cada vez vamos consiguiendo más espacios que en justicia nos corresponden, pero es una labor larga que exige el concurso de muchísimas personas, hombres incluidos. Así que vamos a «hacernos» un poco de propaganda: Estamos celebrando el 50º aniversario del viaje de Valentina Tereshkova, la primera mujer astronauta.
Esta admirable mujer, ejemplo de perseverancia y éxito, nos da infinidad de lecciones a cuál más provechosa.
Como hay que elegir, me quedo con esa faceta tan destacada en ella que hoy llamaríamos «responsabilidad social»: un privilegio poder escuchar estas reflexiones de hace 50 años. Mejor nos iría si hiciéramos caso a las personas que tienen autoridad para hablar:
«Una vez que se ha estado en el espacio se aprecia lo pequeña y frágil que es la Tierra, este planeta pequeño azul y brillante. No debemos permitir que sea cubierto por las negras cenizas de una guerra nuclear. Todas las mujeres del mundo debemos unir las manos y hacer que ocurra la paz. Todos juntos estamos a bordo de la nave espacial Tierra.
Su primera reflexión: «posiblemente ustedes no pueden imaginar lo hermoso que es, cualquiera que vea la Tierra desde el espacio exterior no puede dejar de ser asaltado por una sensación de reverencia y amor por este planeta que es nuestro hogar».
Bien por Valentina, una mujer maravillosa. Todos juntos estamos a bordo de la nave espacial Tierra.